Los niños no saben nada sobre diferencias. Aceptan de forma natural a todos sus compañeros y los incluyen como parte de su entorno. Es nuestra sociedad y su educación la que etiqueta, perpetuando entre generaciones el error de señalar y aislar al que no es como la mayoría.
Desde Adimir intentamos cambiar esta situación. Trabajamos para facilitar la inclusión de las personas con atención a la diversidad física, psíquica y/o sensorial.
En primer lugar, pensando en el beneficio de nuestros usuarios, a los que ayudamos mediante programas multidisciplinares a superar de sus necesidades especiales en el proceso de integración.
Pero nuestra labor también es un beneficio para toda la población, porque conseguimos que la sociedad visualice y asimile una realidad ante la que muchas veces se ha puesto una venda en los ojos.
Cuando educamos en la diversidad, formamos en el respeto.
Cuando integramos las diferencias, todos ganamos.
Vivir con una atención a la diversidad no imposibilita disfrutar de la vida, ni a la persona afectada ni a su entorno.
Cierto, no se trata de un camino fácil. Desde el momento en el que se recibe la noticia, es natural sentir emociones encontradas, como pánico, tristeza, rabia o ira. Y a lo largo de los años muchas de ellas persistirán o aflorarán en momentos determinados, porque por desgracia este mundo no está diseñado para facilitar las necesidades especiales que requiere la diversidad funcional.
Pero aun así es posible tener una vida plena. En Adimir trabajamos con usuarios y sus familias, tendiendo una mano a todo el entorno para que las personas con atención a la diversidad puedan integrarse en la sociedad y superar sus dificultades.